Un solo homicidio debiera ser indignante por sí mismo, pero los más de cuatrocientos asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y en el estado de Chihuahua en una década conforman uno de los episodios criminales más graves de México, una auténtica y sangrienta «cosecha de mujeres».
Agredidas sexualmente, mutiladas y asesinadas, sus cadáveres aparecen días, semanas o meses después de su desaparición en terrenos baldíos o lugares poco frecuentados, y las víctimas son en su mayoría de clase social baja, trabajadoras, inmigrantes y, con frecuencia, recién Illegadas a la zona.
Desgraciadamente todas estas mujeres asesinadas parecen no importarle a nadie, sólo así se explica la indiferencia gubernamental y la constante ineficiencia de la policía para esclarecer estos crímenes.
Aunque las teorías y las líneas de investigación abundan (muchas de ellas con hipótesis absurdas y ridículas, mostrando un evidente sexismo), ni las autoridades locales ni las federales han podido o querido hacer nada.