Desde que sus padres murieron, Mario y Andrea Corsini han estado a cargo de la juguetería más emblemática de Venecia, y la única en el barrio... hasta ahora. Justo al otro lado del canal, apenas a unos metros de distancia separados por un hermoso puente abre sus puertas la maravillosa y singular juguetería de Gian Carlo Montalbano.
La Grotta della Fenice es un establecimiento hermoso y siniestro a partes iguales, y tras sus muros se esconde su tesoro más singular: Silvana Montalbano, cuya belleza es tan popular como sus frecuentes discusiones con Mario. Pero el mayor de los hermanos Corsini está dispuesto a todo con tal de desentrañar el misterio que envuelve a Montalbano y sus muñecas autómatas de fabricación propia.
El problema viene cuando Mario descubra cosas que jamás pensaba que existirían.
El argumento, como ya dije, me pareció bastante interesante sin ser original, pero queda en un segundo plano y desvirtuado por la mala elección de los personajes. En ciertos momentos -llámenme loca- me recordaba a Marinade Carlos Ruiz Zafón: El aire siniestro y gótico de Venecia, el misterio, las muñecas autómatas... sí, muchas pinceladas y guiños a la novela gótica de terror, pero ojo, este libro ni asusta ni nada. Es que quiere llegar, pero se queda lejos del objetivo. Las Eternas es simplemente el esbozo de un gran cuadro.
Tanto Silvana como Mario son personajes que no atrapan. Ni sus diálogos, ni sus personalidades anodinas; mucho menos su amor clandestino. Es como si la autora y yo viéramos los personajes desde una perspectiva totalmente diferente. Ella quiere unos personajes con vida, pasión, amor, tristeza. Pero se queda muy corta, no llega ni a la mitad.
Para mí, Mario es un personaje frío, huraño, meticuloso, y egocéntrico. Al ser el mayor de los hermanos Corsini, se siente responsable de Andrea y la juguetería, cargándose de responsabilidades y problemas varios, lo que no quiere decir que sea maduro. El primero de la lista, su enamoramiento por Silvana, el cual no me he creído en absoluto. De peleas y berrinches pasan a la obsesión extrema con facilidad. Y luego de esa rapidez todo es lentitud, todo muy suave, muy puro, muy light.
Silvana es más de lo mismo, y digo esto porque es como Mario, pero en femenino. Sin carisma, sin apenas personalidad, la autora quiere crear una protagonista con luz propia pero no llega ni a vela de cumpleaños. Muy bonita, muy inteligente, pero hueca por dentro.
Pero ojo, no todo es malo. Si hay algo que destaco de Las Eternas es su increible descripción de la cultura de Venecia. Si aún eres de los pocos desafortunados en no conocer esta ciudad, Victoria Álvarez te la presenta tal y como es, con sus banalidades, misterios e instrincados callejones. Especialmente me ha gustado el tema de las fiestas. También me encantó que apareciera el libro de Frankenstein de Mary Shelley. Tengo especial predilección por la versión cinematográfica protagonizada por Robert de Niro y Helena Bonham-Carter, pero no nos desvíemos. En general los autores de JR no salen de las Bronte y Austen, y muchas veces me gustaría decirles, ¡ey, hay vida más allá de Heathcliff y Darcy! Así que sí, ha sido un cambio genial.