Uno de los grandes escritores mexicanos que le dio un lugar importante al rock es José Agustín. Y es que su aporte, además de la difusión a este género musical, sin duda también le imprimió su lenguaje; es decir, reescribir el rock a partir de su estilo, da las pautas para extraer algunos fragmentos de su obra “El hotel de los corazones solitarios. Y otros (muchos) textos sobre rock” (Grijalbo), que forma parte de una serie de sus archivos. El hotel de los corazones solitarios es una reunión de textos sobre el tema que más identifica a José Agustín: la música, y concretamente el rock. A lo largo de su trayectoria como escritor, José Agustín se ha proyectado como el gurú de este tipo de música y todos sus libros están estrechamente conectados con este género.
Rolling Stones: “Desde 1964, al filo de los veinte años, empecé a oír a las Piedras Rodantes a través de su disco ‘The Rolling Stones’. Desde el nombre me habían interesado, pues me pasaba horrores el elefantiásico blues de Muddy Waters del mismo título y además no ignoraba que ‘la piedra que rueda no hace moho’, lo cual representa espíritus libres, alivianados, como el buen Dean Moriarty de ‘En el camino’, la gran novela de Jack Kerouac” (pág. 31).
Janis Joplin: “El blues la llevó al súper estrellato cuando, en 1967, cantó ‘Ball and chain’, de Big Mama Thornton, en el Festival de Monterey. Los incipientes jipis de entonces la canonizaron al instante, pues reconocieron una calidad que se da muy pocas veces, y comprendieron que ella era un arquetipo viviente, que encarnaba la profunda necesidad, que muchos sentían, de incendiarse” (pág. 49).
Bob Dylan: “En cierta forma, como Lennon, también es un auténtico ‘héroe de los trabajadores’; con su personalidad y su estilo más depurados que nunca, con un arsenal sorprendente de temas y formas musicales, Bob Dylan se ha integrado definitivamente en el alma de los pueblos” (pág. 76).
“Sgt. Pepper’s lonely hearts club band”: “Recuerdo a la perfección que en junio de 1967, en mi depto de Mérida 37, unos amigos y yo oímos por primera vez las celebérrimas rolas “Con la pequeña ayuda de mis cuadernos”, “Lucy en el cielo hasta la madre”, “Cuando cumpla sesenta y cuatro añejos”, “Un día en la vidorria” y “No te las pido, me las das”. Bastó oír una vez el ‘Sargento Pimienta’ para que pontificáramos que se trataba de una obra maestra del arte y el opus magnum del rock. Pues bien, en 1997 las encuestas seguían considerando a este disco como el mejor del rock de todos los tiempos” (pág. 87).
Avándaro: “Nos deja ver el tremendo poder de los ideales, pues el festival sólo fue posible porque la gente compartía ideas trascendentes, aunque parecieran utópicas, ingenuas y románticas” (pág. 103).
El Tri: “Ha cosechado envidias, escarnios de muchos críticos e incomprensión por parte de la cultura institucional, pero también se ha ganado el cariño de varias generaciones en cuya formación el ritmo de las rolas del Tri fue determinante” (pág. 106).
Grateful Dead: “Al jefe García le gustaron tanto los ácidos que se ganó el apodo de Capitán Viajes. Estos viajes del maestro no fueron precisamente a Disneylandia, sino que también se murió, con el ojo pelón recorrió los espacios de la muerte y se dijo: chíngale, estoy bien muerto y me temo que la muerte está de pocasumadre. Por tanto, su grupo dejó de llamarse The Warlocks (los Hechiceros) y se puso uno de los nombres más sensacionales de todos los tiempos, los Muertos Agradecidos” (pág. 135).
Elvis Presley: “fue el primer súper estrella del rock que, sin proponérselo, pavimentó la integración racial en Estados Unidos, pues a través de la música fundió indisolublemente lo blanco y lo negro en los mismísimos territorios del Ku Klux Klan (pág. 145).
The White Stripes: “O son más pesados y atmosféricos. O le entran a las baladas. A veces se siente más el blues, en otras lo ranchero, y en casi todas lo punk: gritón, humorístico, sombrío, agresivo. Aquí no hay máscara, ‘imagen’ o ‘personalidad’; lo que ves es lo que es, no bullshit rock, como, a su manera, fue Creedence Clearwater Revival. Ya depende de ti si lo aceptas o no” (pág. 354).