En 1942, a una joven trabajadora social, Irena Sendler, se le concedió acceso al gueto de Varsovia como especialista en salud pública. Una vez dentro, fue de puerta en puerta para rescatar a los niños de las familias judías atrapadas en el gueto. Empezó a sacarlos a escondidas del distrito amurallado, convenciendo a sus amigos y vecinos de que los ocultaran en sus casas. Impulsada a tomar medidas extremas y con la ayuda de una red de comerciantes locales, residentes del gueto y su amante, perteneciente a la resistencia judía, ella logró salvar a miles de niños de los nazis.
Irena hizo peligrosos viajes a través de las alcantarillas de la ciudad, ocultó a los niños en ataúdes, los colocó bajo abrigos en los puestos de control y los condujo a través de pasadizos secretos en edificios abandonados. Y luego mantuvo listas secretas enterradas en botellas debajo de un viejo manzano en el jardín de la casa de una amiga. En las listas estaban los nombres y las verdaderas identidades de los niños judíos, escritos cuidadosamente con la esperanza de que sus familiares pudieran encontrarlos después de la guerra. Aunque no pudo prever que más del noventa por ciento de estas familias moriría.
La vida de Irena Sendler, sin duda, es mucho más que una muestra de apego a la vida y cariño a los niños: es un gesto deslumbrante de amor a la humanidad.
Irena hizo peligrosos viajes a través de las alcantarillas de la ciudad, ocultó a los niños en ataúdes, los colocó bajo abrigos en los puestos de control y los condujo a través de pasadizos secretos en edificios abandonados. Y luego mantuvo listas secretas enterradas en botellas debajo de un viejo manzano en el jardín de la casa de una amiga. En las listas estaban los nombres y las verdaderas identidades de los niños judíos, escritos cuidadosamente con la esperanza de que sus familiares pudieran encontrarlos después de la guerra. Aunque no pudo prever que más del noventa por ciento de estas familias moriría.
La vida de Irena Sendler, sin duda, es mucho más que una muestra de apego a la vida y cariño a los niños: es un gesto deslumbrante de amor a la humanidad.
El relato de Irena es una historia de valentía, pero también de un amor imposible y, por supuesto, de una época histórica tan terrible como real: la Segunda Guerra Mundial.