Mientras Xavier lucha por su vida, las mujeres de la calle Harlow se enfrentan a un dilema: continuar como si nada hubiera pasado o hacer caso por fin al rumor de su intuición, que destapará secretos que ninguna quería afrontar.
Ashley Audrain vuelve con una exploración de la amistad femenina, la envidia, los deseos potenciados y acallados por la maternidad y la inexorabilidad de la propia intuición en un thriller estremecedor de lectura urgente.
Resulta difícil decir si todo empezó con aquel incidente durante la barbacoa en el jardín o si de alguna forma todos sabían que a Whitney le cuesta relacionarse con su hijo Xavier. Es cierto que lo que oyen desde el patio los invitados, cómo ella pierde completamente los nervios, puede parecer grave pero; ¿no pierden todos un poco los nervios alguna vez con sus hijos? Es posible que aquello se hubiera olvidado por completo con el paso del tiempo si unos meses después Xavier no estuviera en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte tras haber caído inexplicablemente desde una ventana.
"—Pero el sacrificio de la maternidad no es para todo el mundo, ¿o sí? Cambia quién eres en la vida. Es una decisión irrevocable que te altera por completo".
La autora pone bajo el foco a las mujeres de la calle Harlow. A las que son madres, a la que no lo es, a la que puede que lo fuera, a la que se cuestiona haberlo sido y a la que no desea otra cosa más que serlo. Todas comparten algo más que vecindario. Y es que todas ocultan algo. Parece imposible que ante un accidente como el que parece haber sufrido Xavier, no salga a relucir lo ocurrido meses antes durante la fiesta en el jardín y, aunque no se exprese de forma directa, en más de una ocasión a alguien se le puede pasar por la cabeza que Whitney haya podido cometer un error irreparable. Pero a medida que las conocemos más, a medida que ahondamos en sus sospechas (en todas), empezamos a pensar que tal vez lo ocurrido sea mucho más complejo y nos preguntamos qué es lo que ocurrió la noche en la que Xavier se precipitó por la ventana. Todo un ir y venir observado desde la distancia por Mara, la anciana con la apenas cruzan unas palabras de vez en cuando pero que las conoce más de lo que ellas imaginan.
La pluma de Ashley Audrain atraviesa al lector, que se deja arrastrar por el suspense que late a lo largo de toda la narración hasta un impactante desenlace que no deja indiferente. Para quienes ya leyeron El instinto, anterior novela de la autora, no necesita presentación este estilo tan personal que fusiona la elegancia de lo sutil con lo violento de un relato descarnado en el que las apariencias de cara a la galería contrastan con los pensamientos más íntimos y secretos que esconden todos los personajes. Si aún no has tenido la oportunidad de leer a esta autora, no esperes más. Te atrapará si eres amante del suspense, del thriller doméstico y de los misterios más complejos. Pero también si disfrutas con las historias contemporáneas que desgarran y exponen sin miedo las aristas más afiladas de cuestiones como la maternidad, la crianza, la soledad, la cultura de las apariencias o las relaciones de pareja. Todo ello con una calidad literaria sobresaliente, un desarrollo sin fisuras y un final de los que dejan huella.
"En algún momento de su vida se apoderaron de ella las ganas desesperadas de tener un hijo, tanto que le da miedo".