En 1941, envían a toda su familia al gueto de Terezín, donde durante tres años la niña documenta en sus cuadernos la vida cotidiana, con sus aspectos más duros y momentos de relativa felicidad. Cuando se entera de que va a ser deportada al campo de concentración de Auschwitz, le entrega a su tío las páginas de su diario y este las esconde entre los ladrillos de una pared. De los quince mil niños que llegaron a Terezín y acabaron en Auschwitz, solamente cien sobrevivieron al Holocausto. Helga fue una de ellos.
Cuando acabó la guerra y pudo regresar a Praga, había cumplido quince años y en la pobreza más absoluta decidió continuar el relato de las experiencias sufridas desde su deportación. Reconstruido a partir de los cuadernos originales y las hojas sueltas en las que Helga escribió después de la guerra, El diario de Helga recoge los elementos más íntimos de una época trágica.
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