Tras un sonado divorcio y la muerte de sus padres y su hermano, cuando Frances rondaba ya la cincuentena, pudo dedicarse a lo que durante toda su vida había constituido su verdadera pasión: La Ciencia Policial. Su entrada a ese mundo, en aquel momento exclusivamente vetado a las mujeres, se produjo de la mano de un prestigioso forense profesor de la Universidad de Harvard, y auténtico precursor en los primeros pasos de la medicina forense. Él le sugirió que combinase su habilidad en la creación de pequeños escenarios o dioramas (un entretenimiento muy extendido por entonces entre las damas de la época), con su interés en la resolución de casos policiales.
De esa combinación surgen los “Nutshell Studies of Unexplained Deaths” (Pequeños escenarios de muertes inexplicables), diecinueve extraordinarios escenarios en los que, con habilidad milimétrica, se recrean casos que plantearon grandes problemas para ser resueltos en su momento. Con los citados escenarios se comenzaron a realizar prestigiosos seminarios en Harvard, que servían para completar la formación de los policías, y que aún se siguen utilizando.
Estos escenarios constituyen un elemento único, abiertos a múltiples lecturas. Son pequeñas obras de arte y documentos sociológicos, además de un instrumento docente de primer orden. La Muerte en Miniatura es la historia de Frances Glessner Lee, la mujer que los creó, revolucionando con ello la ciencia forense.
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