Se trata, ni más ni menos, de ampliar los horizontes intelectuales de la época: ¡Descular los secretos anatómicos! ¡Perfeccionar las máquinas! ¡Elevar el espíritu! ¡Eli
minar la pútrida pobreza! Pero entre los efectos de los vapores químicos, las drogas y el orgullo, las percepciones se alteran y el destino luminoso que la Humanidad ha puesto en sus manos puede torcerse.
Con un idioma que ya le es propio, Julián López se mofa del espejismo positivista: desdeña cualquier corrección para dedicarse a adorar las formas fantásticas en las que suele travestirse el deseo.
0 comentarios:
Publicar un comentario