Una biografía minuciosamente detallada de un personaje fundamental en la historia, pero sobre todo la descripción de una personalidad avasalladora. De una fuerza de la naturaleza. De un gigante capaz de imponer su voluntad sobre el mismo curso de la historia, capaz de demostrar con su simple ejemplo como una sola persona puede alterar el rumbo de los acontecimientos.
Pedro el Grande fue un triunfo de la decisión y de la perseverancia, de su propia e inagotable sed de progreso y avance. Un hombre que recibe un país medieval, asiático, aterrado dentro de sus estrechas fronteras, y que lega al futuro una potencia europea de primer orden. El mejor ejemplo de un déspota ilustrado, empeñado en hacer avanzar el reinado de la razón al precio que fuese, y sobre todo a despecho de la libertad ajena. Pero no por eso deja de ser un hombre de terribles pasiones. Toda su vida se rodeó de hombres de su confianza. Confianza que debían ganarse compartiendo sus terribles y continuas borracheras, y sus groseras y burdas bromas. A Pedro, al que le gustaba verse como un carpintero de ribera, le divertía mostrar el lado más desvergonzado de su personalidad.
Y para que nada le falte al gran drama que representó a lo largo de su vida, necesitaba un enemigo a su altura, un enemigo como ningún hombre habrá tenido y ya no tendrá jamás: Carlos XII de Suecia. El último de los reyes guerreros. Y quizás el más implacable de todos ellos. Consigo mismo y con sus enemigos. Un hombre que aceptó todas las privaciones de sus soldados, y que dirigió a sus hombres en largas y durísimas campañas, para tratar de imponer lo que creía que era justicia y derecho. Casi un dios guerrero al comienzo de su reinado, y que tendría la desgracia de vivir para ver desmoronarse al Imperio Sueco en manos de Rusia.
Y Carlos XII, en los largos años de la gran guerra del norte, recibe casi tanta atención como el biografiado, deteniéndose la narración de la vida de Pedro para pasar por unos capítulos a describir a un hombre que parece salido de las leyendas piadosas y glorificadoras de la edad media.
0 comentarios:
Publicar un comentario