El Pibe es la historia de Mauricio Macri, un hombre que lo tenía todo pero quiso más: nació destinado a heredar una fortuna pero prefirió, en lugar de continuar haciendo negocios con el Estado, administrarlo para organizar los negocios desde adentro. El Pibe cuenta cómo se proyectó a la presidencia de la Nación desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde fue jefe de Gobierno durante dos períodos de contrataciones directas, vetos de cualquier norma que limitara sus movimientos y un escándalo por escuchas telefónicas ilegales por el cual está procesado.
El Pibe revela cómo el Grupo Macri creció mediante la injerencia constante en el Estado para obtener contratos, cambiar las reglas económicas, licuar sus deudas y durante cuatro décadas mantenerse a la vanguardia de las decisiones que definieron el rumbo del país. También se describe la Cosa Nostra argentina: una familia que movió los hilos de la masonería, la banca, la Iglesia, la Justicia y la Casa de Gobierno.
El Pibe es una historia de amores y odios, de mandatos y traiciones. Negocios millonarios, secuestros, divorcios escandalosos, espionaje, violencia, glamour, logias masónicas, debilidad y ambición. Pero también es la lucha permanente de un padre contra un hijo y de un hijo contra un padre, porque el Pibe quiso ser el empresario exitoso del mandato familiar. Cuando fracasó, se refugió en Boca Juniors y en la política.
En Buenos Aires deja la promesa del subte incumplida, una deuda en la salud y la educación públicas e innumerables licitaciones con sobreprecios o hechas a medida para un ofertante. Su partido local, PRO, se ha extendido al país con un armado político que incluye al radicalismo y a los famosos porque, ahora, el Pibe quiere ser Presidente.
Lo mejor de El Pibe es el jugo que le saca al contraste psicológico y sociológico entre Franco y Mauricio, entre el inmigrante exitoso y "siempre oficialista" que fabrica autos y construye autopistas, y el heredero tarambana y neoliberal que no entiende nada de negocios ni parece tener, según el libro, ninguna virtud personal. Al éxito de este contraste contribuyen ambos Macri, padre e hijo, que en entrevistas con la autora dicen cosas que muy pocos padres e hijos se atreverían a decir en público. "Crecí con el peor enemigo en mi espalda, y encima era mi papá", dice Mauricio en un momento. Franco responde: "Así es Mauricio. Se queja, se queja, pero siempre usó todo lo mío. Agarra todo lo que le conviene".
El libro, sin embargo, parece tomar demasiado partido por Franco, y este desequilibrio -Franco es inmoral pero al menos es industrialista; Mauricio es inmoral, malcriado y, para colmo, pro-globalización- le quita méritos a El Pibe , que habría ganado credibilidad y aire fresco si su autora se hubiera relajado un poco más y no se hubiera sentido obligada a embutir en cada página un delito o una anécdota humillante. Tampoco ayuda a El Pibe su prosa enojada, de dientes apretados, como escrita por un comisario. El libro pierde así sorpresa y musculatura, porque la única emoción que parece querer generar Cerruti en sus lectores es la indignación. Sometido a la exigencia de soltar una bomba de tiempo en cada párrafo, y probablemente perjudicado por la cantidad de manos que trabajaron sobre él, al texto le cuesta mucho levantar vuelo y encontrar una velocidad de crucero donde sentirse cómodo y confiado. No ayudan, tampoco, los múltiples errores en nombres y fechas, la torpeza con algunas cifras y los personajes presentados tres y hasta cuatro veces: errores provocados probablemente por el apuro de terminar a tiempo, pero que minan la credibilidad del texto. ¿Por qué debemos creerle a la autora cuando nos dice que los Macri usaron maniobras fraudulentas para comprar Sevel, en 1981, si nos dice que una de las "empresas fantasma" involucradas tenía un capital de "dos australes", cuatro años antes del lanzamiento del Plan Austral?. En cambio, cuando Cerruti habla de lo que conoce y cuando el enemigo está menos claro -como en el muy buen capítulo sobre las piruetas de Macri y Néstor Kirchner alrededor del negocio del juego en la Ciudad de Buenos Aires-, el libro gana espesor y un espíritu más seguro de sí mismo.
El Pibe es una biografía pero también es un libro de investigación periodística, género exitoso y valioso que adoptó buena parte de su formato actual después de Robo para la Corona (1991), de Horacio Verbitsky, y del cual el primer libro de Cerruti - El Jefe (1993), una biografía de Carlos Menem- fue uno de sus mayores éxitos comerciales. Dos décadas después, aquel formato -muy bueno para la anécdota privada y la denuncia pública; no tan bueno para el análisis de cifras o la explicación de fenómenos complejos- parece estar dando síntomas de agotamiento. En El Pibe , como en otros libros periodísticos recientes, la autora tiene más éxito con la creación del clima de sospecha -un fondo ominoso y de tambores, como en los informes de Telenoche Investiga- que con la propia demostración de aquella sospecha.
A pesar de todo esto, el libro se ha convertido en un éxito de ventas, demostrando la vitalidad comercial del periodismo de denuncia y, también, que muchos lectores están dispuestos a pagar casi 60 pesos por el placer extraño y masoquista de enfurecerse con los políticos, aun cuando no comprendan del todo las razones.
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