Consiguieron lo imposible. Crearon y dirigieron un hospital de 573 camas cuyo personal estaba formado exclusivamente por mujeres: médicas, cirujanas y enfermeras. Durante los siguientes cuatro años, recibieron a 26.000 heridos y desarrollaron técnicas completamente nuevas con las que lidiar con las horribles heridas de los morteros y el gas que sufrían los soldados. Y cuando la guerra estaba acabando y apareció la epidemia de la gripe española, el hospital cerró sus puertas y Flora, Louisa y todas las mujeres de su equipo fueron de nuevo marginadas a la hora de ejercer su profesión: se les volvió a decir que aquel no era lugar para mujeres.
La historia del hospital de la calle Endell nos brinda tanto una visión fundamental de los horrores y amenazas que sufrió Londres durante la guerra como un apasionado homenaje a la valentía de un extraordinario grupo de mujeres.
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