Medusa se rige por el deber, hasta su padre Titán y la Diosa Atenea. No hay lugar para la ternura que despierta su guardia guerrera, Ariston. Cuando el Olimpo la libera del servicio, su corazón la lleva a los brazos del guardia que ama... y la maldice como a la criatura con cabellos de serpiente.
Ariston va a la guerra con el corazón lleno... y terribles presentimientos. Se entera demasiado tarde del peligro que enfrenta Medusa, solo, y una espada persa lo envía al inframundo. Pero ni la muerte, ni las maldiciones, ni la ira de los Dioses le impedirán volver a ella.
Poseidón utilizará la guerra de Grecia para conseguir lo que quiere: Medusa. A él no le importa que ella pertenezca a otro. A él no le importa que ella sea condenada. Él es un Dios, un atleta olímpico, y ella será suya.
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