Ante la ausencia de la persona amada, los días pasan cargados de lluvia y de una inconsolable soledad que pervive en el frío y en las resonancias grises del invierno. La cadencia de la lluvia invade cada rincón de la existencia distorsionando la percepción del mundo, como si fuera capaz de abrir dimensiones ocultas y difuminar las fronteras entre lo real y la subjetividad íntima del espíritu.
Cada verso, fantasma solitario de las estancias deshabitadas de la casa, brota desde el vacío y la angustia de la espera, disuelto el amor en los lazos rotos de una obligada lejanía, latente, sin embrago, como una promesa en la voz mansa de la llovizna omnipresente.
Autor de novelas como El fotógrafo imprescindible yBarranco, Iván Bethencourt nos deleita en esta ocasión con otra de sus facetas literarias, un poemario íntimo que es una rendición al amor imperecedero.
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